domingo, 22 de noviembre de 2015

LLORAR MIENTRAS MEDITAMOS, ¿POR QUÉ?



"Al igual que muchos temas budistas, la meditación tiene un halo de misterio y magia que evita que la gente comprenda lo que realmente es"

 Muchas son las emociones que experimentamos al incluir la meditación como parte de nuestra rutina diaria. En ella, exponemos todo nuestro ser, desnudamos nuestra alma y por primera vez compartimos un espacio en soledad y silencio con nosotros mismos. Pocas, por no decir nunca. Nos hemos preguntado "quiénes somos" ¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué me siento así? ¿Por qué he permitido que me lastimen? ¿Por qué no puedo cambiar tal situación?


Cuando meditamos nos permitimos liberar todas aquellas heridas que consciente o inconscientemente hemos ocultado. Tal vez, por no permitirnos sufrir. Tal vez, por escondernos bajo una coraza que nos brinde una efímera protección y así sentirnos al menos un poco más seguros. Durante la práctica de la meditación, cada una de esas corazas que hemos acumulado a través de los años van perdiendo solidez. Y, es entonces cuando nos enfrentamos de nuevo a esas viejas heridas que no han cicatrizado y aún nos causan tanto dolor.


CITAMOS UN TEXTO DEL MAESTRO DR. DEEPAK CHOPRA: 


-Las lágrimas y el llanto durante la meditación

Llorar durante la meditación indica que dentro de tu cuerpo, mente o espíritu vive una tristeza y una pérdida sin resolver esperando su oportunidad para ser liberada. La meditación puede brindar el espacio y la oportunidad para esa liberación.
Lo primero que tienes que tener en cuenta es que este tema viejo necesita un camino de salida. No tienes que pasar ni un solo momento tratando de comprender qué está causando esto o qué conexión tiene con tu vida presente, porque lo más probable es que no tenga conexión alguna. Esto significa que puedes, en cierto sentido, dejar que el llanto vaya y vuelva y luego regresar a tu vida, de la misma manera que viene y va un ataque de tos cuando te estás recuperando de una congestión causada por un resfrío. Una vez que comprendas que el llanto no es algo que deba preocuparte, puedes acomodarlo y luego dejarlo ir.
Quizás notes que en el transcurso de tu día puede que continúes sintiendo emociones y hasta se te caigan algunas lágrimas una vez que la liberación haya sido iniciada. Esto es muy sanador para tu cuerpo físico, mente y espíritu. Sé muy amable y gentil contigo mismo y ten en cuenta que en realidad te estás desintoxicando a través de este proceso.



CITAMOS OTRO TEXTO SOBRE LA MEDITACIÓN:

Cuando me siento, cierro mis ojos y comienzo, mi mente se revela y me lanza pensamientos como ametralladora. Llegan recuerdos de la infancia, listas de pendientes, analizo situaciones del día anterior y recuerdo que hay que limpiar la estufa. Es decir, me resisto a sólo sentarme.
Poco a poco la velocidad a la que llegan los pensamientos va disminuyendo, dejando un pequeño espacio entre pensamiento y pensamiento.
Este espacio se va haciendo más y más grande, hasta que los pensamientos tardan varios segundos en llegar.
Y es ahí donde la parte derecha del cerebro sale.
Siento cómo mi conciencia es tan grande que no cabe en mi cuerpo. Siento el cuerpo, pero ya no es importante porque estoy flotando en la nada.  Me siento ligero, sin tiempo y sin espacio. Soy parte del universo y no hay “yo” porque estoy integrado al mundo.
Los problemas, las tristezas y las alegrías… todo se ve más pequeño e insignificante desde lejos porque todo es parte de lo mismo.
Escucho los ruidos externos. Primero aparecen, se van haciendo más fuertes y luego comienzan a desaparecer. Son impermanentes, justo como la vida y todo en el universo. Esa es la naturaleza de las cosas.
Por un instante vivo en la inmensidad de mi mente.
Y luego llega algún pensamiento que quiere apoderarse de mi, pero sólo lo dejo pasar como si fuera una nube. No me engancho, no lo juzgo ni lo comento.
Así pasa hasta que mi sesión termina. Abro los ojos y estoy listo para arrancar mi día.